jueves, 1 de febrero de 2007

Trabajo Práctico Número I



El dinero; la base de la fortuna

Dejar por sentado que la economía mundial se manifiesta íntegramente por las peripecias que logra establecer la globalización, dentro del siglo XXI, sería una obviedad. Desde comienzos de la década del 70, los pasos agigantados que supo dar el Imperio Norteamericano han colocado indefectiblemente al mundo entero bajo una única premisa; alinear su producción en la estructura del capitalismo. Tanto África, como América Latina y una importante región de Asia, se han establecido desde una perspectiva satelital que indiscutiblemente trastoca y define la crítica situación actual. Los números manifiestan que sólo en Estados Unidos, Europa occidental y Japón, donde se concentra en total el 16% de la población mundial, se genera el 75% del PBI mundial. Visto desde un ángulo político, las posibles soluciones se alistan entre la integración regional de los tercermundistas y la incorporación inmediata de tecnología para el desarrollo de productos manufacturados.

En América Latina, desde fines de la década del 80, los pasos dados entre, Argentina y Brasil en un primer momento, y más tarde Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia y Venezuela, conforman una esperanzadora -pero con matices oscuros- lucha por establecer el Bloque del Mercosur. Dada una fuerte presión por parte de organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), las perspectivas son escasas y la “agonía” de ciertos acuerdos económicos pende exclusivamente de las disposiciones financieras de Estados Unidos. Cabe destacar que la corrupción reinante retrasa el proceso de unión y complejiza aún más las posibilidades de crecimiento.

En el plano social, la economía propuesta por el sistema capitalista afecta los modos de producir, distribuir y consumir bienes y servicios. Se imponen no sólo diferentes culturas productivas y de gestión empresarial, sino que se conforma, en el nivel mundial, una constante renovación en la geografía económica internacional, al mismo tiempo en que se consolidan grandes bloques regionales con la asociación financiera entre países. Un caso testigo es el de la Unión Europea que, pese a su fortaleza económica, actualmente encuentra disconformidades por parte de los países en desventaja productiva.

En el proceso de creación de riqueza importa cada vez menos las ventajas comparativas tradicionales -recursos naturales y mano de obra abundante y barata- mientras que la producción depende cada vez más de la ciencia y la tecnología. Este efervescente movimiento se coloca dentro de la bien llamada Tercera Revolución Industrial que le da acenso a un nuevo paradigma tecnoeconómico. Esta revolución plantea una reestructuración global, tanto técnica como organizativa, que transforma el “qué” y “cómo” producir para alcanzar una máxima eficiencia.

Por otra parte, sin lugar a dudas las empresas transnacionales albergan una de las claves esenciales en el movimiento de dinero y la reproducción del mismo. Esto se aduce a las débiles políticas que sostienen los gobiernos de los países subdesarrollados y a la imponente estructura de los empresarios ávidos de divisas rápidas y efectivas. No existen barreras arancelarias acordes, la educación no permite un amplio campo de acción y la tecnología, por ende, aplasta la fuente laboral.

El sector más ortodoxo de los economistas mundiales manifiesta que las estadísticas dentro de las circunstancias existentes alarman por la pobreza reinante, pero el sistema impuesto depende exclusivamente de ello. No se puede pensar al capitalismo sin los desastres que él crea. El hambre, la desnutrición, las necesidades básicas insatisfechas son sólo algunos ejemplos.
Ofrecer eufemismos utópicos que apelen a la urgente necesidad de girar el modelo actual para incorporar en la red mundial a una basta cantidad de países, sería insensato ya que -aunque nos pese- el dinero puede más que la voluntad por establecer un escenario más prospero e igualitario.

Como en un laberinto de estrategias, la economía y la política indiscutiblemente van de la mano, pero la primera dispone y la segunda acata.

No hay comentarios: