jueves, 1 de febrero de 2007

POLÍTICAS DE REDISTRIBUCION DE BIENES

De acuerdo a la lógica del mercado, si deseamos incrementar los ingresos de cualquier agente económico deberemos incrementar la cantidad o la calidad de los bienes que posee o aumentar el precio de venta de los servicios de los bienes que posee o incrementar el volumen de sus ventas (Adelman, 1986).
Si lo que deseamos incrementar es la cantidad de bienes poseídos deberemos o bien repartir los bienes del Estado o bien efectuar algún tipo de compra o incautación de los bienes a repartir. En nuestro país está prohibida la incautación de bienes salvo en casos muy puntuales de conmoción y, aún en esos casos no se puede realizar sin compensación adecuada.
Cuando estamos pensando en disminuir la pobreza generalmente tenemos en mente o bien una reforma agraria o bien algún tipo de distribución de bienes tales como telares o máquinas de coser o bien algún tipo de educación que incremente la productividad del capital humano que poseen.
Se considera que estas distribuciones pueden ser hechas en forma simultánea con el crecimiento (Chenery, 1974) o bien en forma previa al crecimiento.
Adelman considera que la tierra debe distribuirse antes de que se haya conseguido un incremento en la productividad de la tierra debido a que es más barata y se contribuye a disminuir el sesgo antipobres que tienen las políticas implementadas para el crecimiento. Esto es lo que se ha hecho en la Argentina en varias oportunidades con suerte diversa, suerte ligada a los recursos financieros de que se dotó o poseían los beneficiarios de las donaciones: las más antiguas resultaron mejores que las más modernas, muy probablemente debido a las distintas necesidades de insumos extra rurales en los casos de inmuebles rurales. En los casos de inmuebles urbanos se dotó de bienes a los beneficiarios pero generalmente alejados de los lugares de trabajo lo que en muchos casos no constituyó un bien, sino un problema, para quienes apenas ganaban para comer.

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